viernes, junio 11

oh noche...

De rodillas y jadeando. Desesperado. He logrado encontrar un momento entre todas las batallas de esta noche.

Hay un silencio de muerte. Es un silencio de mierda. En esta noche todo cruje. Los ruidos son exaltados, los miedos son reanimados, y constantemente estoy siendo asediado.

La fiebre, los miedos, el pasado, las dudas, la conciencia, los problemas, los fantasmas más viejos, todos, se han unido y confabulado. Mientras yo ¿Qué tengo para defenderme?

Nada.

Estoy a mi suerte, estoy a su suerte. Estoy en sus manos. No puedo cerrar los ojos, no puedo mantenerlos cerrados. Lo intento, pero la batalla está perdida.
Me cuesta respirar y algo se retuerce en mi pecho. ¡Estoy agotado! ¡Estoy agobiado! ¿Qué quieren de mí?; Yo no quiero nada de ustedes. ¿No ven que no tengo más fuerzas? ¿que no opongo resistencias? Dame por fin el golpe de gracia, ¿a qué estamos jugando?; estoy desarmado, estoy sudando… estoy temblando… estoy de rodillas y jadeando.

La fiebre; no puedo más. La fiebre; por favor, déjenme en paz. La fiebre… ha atraído a todas esas hienas que mordisquean y ríen, que huelen y husmean, que hacen rondas y que apuntan; estas hienas cobardes pero letales.

Oh noche, gran maestra, que eres y has sido la más grande cómplice de quien te brinda compañía, que has sido testigo de los momentos más memorables y de los más despreciables. Oh noche, te imploro, no ampares este desamparo, te lo ruego, estoy de rodillas y aun estoy jadeando. Oh noche amante y confidente, porfavor, vuelveme a sonreir.

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