Los malos se esconden de los buenos que los quieren encontrar. Los malos mienten. Y no sólo mienten. saben que mienten, y disfrutan mintiéndole a los pobres ilusos y buenos "policías" que son los personajes del juego que no entienden nada de lo que pasa, simplemente juegan a confiar en lo que le dicen los demás.
Y esa es toda la ciencia de este juego. La mafia, los malos, saben todo el tiempo lo que sucede. Controlan todo lo que pasa. Entienden cada frase, y son capaces de descubrir la intención oculta en cada una de ellas: desviar la atención, decir lo que se debe decir, lo más políticamente correcto, o incluso más repugnante aún, lo estratégicamente correcto.
La verdad es que no hay nada de malo en eso. Es sólo un juego, y es el personaje que les toca interpretar. Quizás ahí está el gran disfrute: Tenemos la posibilidad de mentir descaradamente, reírnos de las expectativas de los demás, decirles lo que quieren escuchar, jugar con la mente del contrincante y manipular al que tenemos en frente. Pues sólo interesa una cosa, como en todo juego: Ganar. Y todo esto no solamente está permitido; sino que son las reglas y la base misma del juego.
Si quieres aprender mucho sobre el comportamiento de tus amigos y la gente que te quiere, aquellos que te quieren tanto, que te admiran, que siempre están contigo; invítalos a jugar Mafia. Hace exactamente un año se me ocurrió jugar a la mafia y la policía. Quizás sea la vez más importante de todas las veces que he jugando este inofensivo y entretenido juego... Pues, esa vez no fue inofensivo, no fue entretenido... y aun estoy aprendiendo lecciones de ese día.